Por Agustina Maté
En los últimos años, ha habido una serie de avances tecnológicos que cambiaron y están transformando las formas de producción y de distribución musical y, con ellas, la industria discográfica en general.
Internet ha sido el gran cambio en la escena musical mundial y, gracias a la dimensión que adquirió, esta industria sufrió un gran descenso en la producción de música, tanto en formato físico, como en CD o DVD. Con la web, las reglas de juego cambiaron: existe una menor producción de música en formato físico, pero el formato digital ha aumentado considerablemente y los usuarios deciden qué escuchar y en qué formato hacerlo. Ahora, hay una mayor amplitud para que nuevos y pequeños artistas puedan promocionar y difundir su música. Esto se debe a que existen nuevos negocios o empresas que han entrado en el mercado en formato digital con gran éxito, como iTunes de Apple, Spotify con streaming, YouTube, MySpace, entre otros. Estos portales fueron los sucesores de Napster, el programa de intercambio de archivos más popular en Internet, el cual generó un gran impacto en la red.
Napster Inc. significó un cambio radical en la industria de la música a finales de la década de los noventa. Fue un sitio creado por Shawn Fanning, que daba servicio de intercambio de archivos en P2P (Peer-to-Peer o par a par), lo que permitía descargar música, imágenes, documentos, videos y otros archivos, sin los derechos de autor. Para todo esto, internet fue el medio masivo que le permitió llevarlo a cabo. Este programa revolucionó la distribución y el consumo de la música. Debido a las demandas por violación de copyright y por distribuir música sin pagar derechos de autor, Napster estuvo entre los sitios más visitados de la red. Su tráfico aumentó exponencialmente de un día para otro ya que los usuarios temían que desapareciera.
Fue un gran fenómeno de la música digital, el cual pasó a ser el más exitoso de los proyectos par-a-par que invirtió la metáfora del cliente/servidor. Otro logro de esta compañía fue que, gracias a las distintas variantes de ese sistema, gran cantidad de internautas comenzaron a conectar directamente sus máquinas entre sí, formando grupos y colaborando para convertirlas en motores de búsqueda creados por usuarios. Napster no inventó nada nuevo, sino que adoptó sistemas de uso compartido de archivos que ya preexistían desde hacía dos décadas. La primera lección es que Napster fue escrito para resolver un problema: las limitaciones impuestas en la copia de archivos.
Este sitio logró romper con la limitación más grande de internet comercial: la dificultad que suponía subir el contenido que está en los márgenes hasta los servidores centrales. Propuso un modelo totalmente diferente: el contenido estaba en los márgenes distribuido; nadie lo concentraba y, sin embargo, era accesible a todos.
Lo que Napster hizo es, no sólo haber cuestionado la ley del derecho de propiedad intelectual del mundo analógico, sino haber cambiado para siempre la economía del almacenamiento y la transmisión de la propiedad intelectual en general. Las arquitecturas de su estilo anularon la distinción entre productor y consumidor, y eso ya nunca volverá a ser igual.
A partir de la odisea que Napster significó, se puede observar que los sitios web de transferencia de canciones han empezado a ganar popularidad, desplazando así a la posesión de discos o descargas.
Hoy, los jóvenes representan un cambio radical en la industria de la música. Cinco años atrás era necesario escoger entre comprar un CD o descargar el álbum. Ahora, gracias al auge de los servicios streaming las opciones se mueven hacia la descarga de música o la realización de un streaming en línea. Los jóvenes fanáticos se preguntan «¿por qué pagar por música cuando se puede obtener cualquier canción y en cualquier momento de forma gratuita?»
La popularidad de escuchar música en línea puede vincularse directamente al surgimiento de sitios de streaming, como Spotify, Pandora y The Hype Machine (entre muchísimos otros), que han crecido sustancialmente en el último año. Estos y otros muchos sitios ahora ofrecen la habilidad de escuchar música sin pagar, a diferencia de iTunes, que permite descargar música pero pagando por cada archivo descargado.
Para concluir, la batalla y la competencia de la música en internet está lejos de finalizar. Tanto la música como el arte seguirán existiendo y circulando por los distintos medios de comunicación, en la medida en que los consumidores lo demanden. Si bien la industria de la música hoy enfrenta muchos desafíos, el único camino que deben seguir es el de adaptarse a los nuevos usuarios, medios y formatos, que aparecerán a los largo del tiempo. La música, al desplazarse hacia internet, se liberó de sus recipientes físicos y recuperó su esencia como expresión humana no sujeta a las límites materiales. Internet significa, en la música, una profunda ruptura con la conceptualización como posesión y le devuelve su carácter de patrimonio colectivo.
Para leer más:
Internet y la música ¿Amigos o Enemigos?
http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n15/jsecamp15.html
http://www.alegsa.com.ar/Notas/159.php
Piscitelli, Alejandro. Ciberculturas 2.0 en la era de las máquinas inteligentes. Editorial Paidós. Buenos Aires, 2002.
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